
20 Mar n´UNDO afin | Atocha, punto de partida
Madrid | MAR13 | Atocha, punto de partida | Miguel Díaz Rodriguez
Tenemos el gusto de publicar el artículo de Miguel Díaz Rodríguez, quien ha colaborado con nosotros en el plan n´UNDO de Atocha compartiendo sus amplios conocimientos sobre la estación.
Atocha, punto de partida.
«Madrid para Azorín iba a empezar en la Estación de Atocha, entonces del Mediodía, por lo que debió ser un momento de intensas emociones por la vida que iba a iniciar, como lo fue para Juan Ramón Jiménez y Miguel Hernández en la misma estación […]» Carlos Viñas (2008)
Desde la primera terminal de la compañía MZA en 1851 hasta hoy han pasado 162 años, un tiempo durante el que esta esquina de la ciudad se ha convertido en una de las «puertas» e iconos más reconocibles para visitantes y habitantes de la ciudad.
Sin embargo es mucho más que un espacio sobre el que se acumulan pasajes de la memoria colectiva reciente, sino que tras su llegada y ubicación, se convirtió en el motor de la industria de Madrid durante prácticamente un siglo. Alrededor de Atocha y a lo largo del Distrito de Arganzuela se concentró actividad económica, empleo, inmigración, industrias, etc., lo que implicó una transformación, que aunque más tarde que bien, marcó la evolución de la ciudad. De este periodo todavía permanecen varios edificios industriales, que no deberíamos de dejar escapar, si bien la mayoría han sido eliminados
Es por tanto, Atocha un símbolo que va más allá de las últimas modas en transportes. Es también un recurso didáctico muy potente para la compresión del Madrid actual y futuro.
Como pieza urbana ha sufrido varias transformaciones. Desde la desaparición del «embarcadero» originario en 1888 para la construcción de la gran estación, hasta las diferentes ampliaciones, iniciadas en 1992, relacionadas con la creación del núcleo de Cercanías de Madrid y las primeras líneas de alta velocidad.
Repasando cartografía histórica, se entiende la evolución de la ocupación de los edificios de la estación y sus anexos, en términos de compacidad y complejidad. Se ha pasado de una organización en conjunto de instalaciones ferroviarias e industriales, subsidiarias entre sí, y vinculadas a la residencia de sus trabajadores en el entorno; a un único edificio, cada vez de mayor tamaño, entendido en un contexto global. Este planteamiento en línea generales, y visto con perspectiva, ha dado la espalda a la ciudad, aumentando la densidad del recinto, generando límites y complicando el intercambio entre las tres fachadas del conjunto.
Cuando se finalice el último plan de ampliación aprobado, la superficie ocupada por la terminal de viajeros habrá superado en 30 veces la de 1851 y multiplicado por 5 la ocupación de suelo inicial. Cabe alguna esperanza en que ese monolitismo se empiece a romper de llevarse a cabo la conexión peatonal transversal y plaza «cívica» planteadas.
Sin embargo un punto de partida más sencillo podría pasar por aprovechar la visibilidad que otorga un recinto por el que transitan al año más de 40.000.000 de personas, y llamar la atención hacia los barrios que le rodean, su historia, sus habitantes, sus problemas, su patrimonio industrial, en definitiva hacer una estación Atocha a escala humana y urbana.
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